Cuando Ceci me contactó por primera vez, estaba estancada, sin saber por dónde avanzar pero con una idea clara: Quiero casarme con el amor de mi vida!

Luego de algunas horas al teléfono, me contaron que vivían en Junin, pero que ella era en realidad de General Villegas y que había llegado a nosotros por recomendación de la hermana de uno de nuestro novios.

En la charla aparecieron varios escenarios posibles: un casamiento en un hotel campestre en Junín, un casamiento en un salón clásico en Capital, un casamiento de cero en General Villegas, o un fin de semana de casamiento en Pinamar.

Acá, es donde el rol de una organizadora entra en juego. Saber escuchar, entender y codificar lo que dice (y lo que no dice) una novia es lo más importante.

Luego de esa primera charla, mi concepto de casamiento estaba claro y faltaron solo un par de horas para que Ceci me confirme: Nos casamos el 9 de marzo y en CR Pinamar.

CR, era el balneario en dónde ella pasaba los veranos con su familia de chica, y su lejanía con la parte céntrica de la ciudad nos daba el marco para el casamiento perfecto.

A medida que nos íbamos conociendo, fuimos definiendo las muchas dudas que nos iban surgiendo en los primeros contactos:

– Formal o informal?

– Masivo de cientos de invitados o más intimo?

– Ceremonia en la playa o iglesia?

– Civil también en Pinamar?

– Carpa en la playa o aprovechar el balneario?

A las dos semanas de ese primer contacto telefónico, Ceci tuvo que viajar a Capital por un tema laboral y aprovechamos para compartir un almuerzo. Ese mismo día, cerramos una enorme parte de estas dudas y empezamos a definir a los proveedores.

Finalmente, aprovechamos el espacio del balneario, anexando dos carpas, para generar un ambiente “canchero, descontracturado y elegante”. El menú sería informal, con una ambientación romántica, una puesta de DJ que levante al más tranquilo y una barra que se lleve todos los aplausos.

El tiempo de preparativos pasó volando y de repente llego el gran fin de semana, porque al ser boda de destino, no íbamos a permitir que sea un solo día!!

Todo comenzó el jueves 7, en el que empezamos a convertir el espacio.

– En técnica un proveedor local nos acompañó con los mejores equipos. Se armó una puesta muy imponente, porque era en un espacio chico, por lo que todo se lució el doble.

– Las ambientadoras, (Ambientamos), trajeron desde Capital los mejores muebles y un camión lleno de flores. Arreglos florales en altura y un techo de verde y flores era un indispensable para la novia.

El viernes 8, todo seguía en el armado para sábado, pero empezaban los eventos!

Los invitados empezaron a llegar, porque se venía el Civil.

Fue en el Club House del barrio La Herradura, para 80 invitados, y pasamos un tarde genial, que terminó en la casa donde paraban los amigos del novio, hasta no quiero saber qué hora! Eso que les pedí que se cuidaran para el día siguiente…

El sábado 9, amaneció con un sol divino. Previo cierre del armado, comenzó el día tan esperado, para 200 personas. La ceremonia, fue en la Iglesia de Cariló, porque el novio quería sumar un poco del bosque en este fin de semana especial.

De ahí, todos los invitados se dirigieron al espacio del festejo, dónde los esperaba un atardecer perfecto, con el mar de fondo, DJ set en vivo y banda para el baile de novios.

Los novios, hicieron su entrada en un Jeep blanco, dando comienzo al festejo.

Tuvimos algunos momentos clave:

– Pantalla gigante con el mar de fondo para video del civil y fin de fiesta.

– Show de fuegos artificiales para el brindis.

-La musicalización estuvo a cargo del genio de Tommy Muñoz, quien hizo bailar a todos hasta las 6 de la mañana.

Y por último, la noche se cerró con un fogón ideal, mirando el amanecer, con pizza y cerveza. Hasta el amanecer.